El Infiernillo es un arroyo de una longitud
pequeña, de casi dos kilómetros y medio,
que corre desde El Tropezón hasta el Río Suquía, atravesando los actuales
barrios de Quebrada de Las Rosas y San Ignacio. No sabemos cómo lo llamaban
nuestros antepasados y el nombre ancestral no quedó registrado por ningún
documento de la colonia, pero hacia finales del siglo XIX la gente lo llamaba “La Salada” y también “El
Infiernillo”. En la primera mitad del siglo XX fue popularizándose el nombre de
El Infiernillo, llegando a ser hoy, el único de nuestro querido arroyo.
Hay muchos detalles que responden al ideario
popular para ser llamado El Infiernillo: en primer lugar aflora desde lo subterráneo, surge desde la
tierra misma y es fortalecido de manera irregular por las ocasionales lluvias y
tormentas que formando torrentes, desembocan
en su cauce.
Además, sus cristalinas aguas corren sobre un lecho
firme y tienen gusto salado, que no son resultado de los lamentables derrames
químicos o cloacales, ya que cuando el sector no estaba urbanizado ni tenía
presencia industrial, las aguas transparentes eran salobres, por ende los
lugareños y nosotros el Pueblito, le decíamos “la Salada”. En sus aguas nos
bañábamos, disfrutábamos y hay
testimonios de ancianos que recuerdan como en su adolescencia les encantaba
bañarse allí.
Otra razón importante es la predominante
vegetación enmarañada que no permite un fácil acceso al agua. Este arroyo es un
pulmón verde de la ciudad, y lo valioso de él es que conserva la flora nativa:
hay espinillos, algarrobos negros y blancos, talas, chañar, piquillín,
moradillo, tintitaco, jarillas, pichanas. Toda esta flora sobrevive a pesar del
avance irresponsable de edificios y casas sobre el antiguo monte por el que
corre nuestro arroyo.
Si bien su cauce es relativamente angosto sin
embargo es profundo formando barrancas en ambas riberas. En todo su recorrido
el cauce es barrancoso aunque en ciertos sectores el relieve es màs
pronunciado.
También en las cercanías de su desembocadura
en el Suquía y en las barrancas del río, inmediatas al Puente Turín existen cuevas que antes de la urbanización
eran algo màs profundas, en nuestras creencias populares le llamábamos
salamancas, espacios del infierno en el cual el diablo está dispuesto a enseñar
artes y ciencias a cambio del alma del que acepta aprender. El Curaca don Ramón
Aguilar relataba con frecuencia una experiencia que aseguraba haber vivido
junto a su abuelo alrededor de 1940. Contaba que un joven apodado “Meneche”
aprendió “música allí y murió seco”.
La última razón popular acerca del nombre del
arroyo se desprende del relato de doña Cruz, que contaba que “el Río Suquía
eran las lágrimas del Gran Espíritu que otorgaba bienestar a los comechingones,
y que los brujos celosos de esa buena relación intentaron destruirla. Entonces
entretenían al Gran Espíritu con canciones para que dejara de llorar y así
comenzaba la Sequía, pero los originarios clamaban y lo conmovían nuevamente y éste les devolvía el
agua. Los brujos irritados se escondieron cerca de las cuevas del infierno y
deambulaban por el arroyo, desde el cual se los escucha cantar algunas noches”.
Pero el: hay vida animal, tanto en el bosque
frondoso arroyo es un paraíso de sus riberas, como en su cauce. Un estudiante
de grado de la licenciatura en geografía Joaquín Rebuffo aportó datos producto de una investigación acerca de
la fauna del Infiernillo: “en las barrancas todavía existen muchas especies de
aves, entre ellas cabe destacar una muy silenciosa y bonita el Chiricote. Esta
ave, también conocida como Gallina de Monte, camina tranquila por el cauce del
arroyo, buscando bichitos en el barro y debajo de las ramas”. En el relevamiento de aves del arroyo El
Infiernillo realizado entre 2020 y 2021, Joaquín Rebuffo registró 66 especies
residentes y transitorias, entre ellas, el ya mencionado Chiricote, Pato
Barcino, Pato Cutiri, Garza blanca,
Garza Bruja, Jotes cabeza roja y cabeza negra,
Tero, Carancho, Martín Pescador, Halconcito Colorado, Chimango, Taguato,
Palomita de la Virgen, Torcaza, Loros, Lechucita vizcachera, distintas
variedades de Carpinteros, picaflores, tordos, y otros más. Joaquín Rebuffo nos
informa que también hay cuises, comadrejas, lagartijas, y zorros que transitan
por el arroyo pero se refugian en los montes cercanos.
Desde hace años, El Infiernillo sufre los
embates destructivos como lo hemos sufrido nosotros como comunidad aborigen.
Esa fuerza destructora proviene entre otros de los desarrollistas, las
inmobiliarias, las industrias y la irresponsabilidad del Estado en sus distintos
estratos muy aferrado a intereses que no son populares. De la contaminación
cloacal y el basural suele culparse injustamente solo a los vecinos comunes en
especial a La Favela, en la cual viven algunos hermanos de nuestra comunidad.
Nuevamente el hilo se corta por lo màs delgado. Muchos vecinos del Infiernillo
aman el arroyo; quienes deseamos rescatarlo contamos con esa fortaleza. La
Comunidad Comechingón del Pueblo de La Toma no solo lucha por el Río Suquía
sino también por este arroyo “que sigue vivo” a pesar de los intentos de
matarlo sobre todo desde medio siglo a esta parte. Que se hagan sentir en pleno
día los cantos de la resistencia, de la causa, de la lucha, es decir…de la
vida.
EL COMUNERO