Doña Cruz de 95 años vivía muy cerca de la rivera sur del Suquía, kilómetros arriba, cuando el curso fluvial corre por la Quebrada de Bamba. Un día la fui a visitarla. Ella me recibió con amabilidad y timidez. Se trataba de una anciana muy humilde, que compartió conmigo, un jarro de mate cocido con un trozo de pan casero.
Le pregunté: “Doña Cruz… ¿cómo surge el río Suquía?”
ella me mira, piensa y me responde “El río son las lágrimas sagradas del Gran Espíritu.
Él se emociona con la belleza de la naturaleza, y en las altas montaña, llora.
Sus lágrimas forman vertientes que se derraman por las laderas y se juntan
cerca de aquí, donde nace el Suquía. Cuando aparecieron los primeros hombres,
los comechingones, eran los preferidos del Gran Espíritu, pero los brujos se
pusieron celosos y comenzaron a entretenerlo con cantos y cuentos para que no
llorara y entonces comenzaba la sequía que hería y mataba a hombres, plantas y
animales. Los comechingones, muertos de sed y hambre clamaron misericordia al
Creador, éste los escuchó, se conmovió y mirando la tristeza de los hombres lloró
y el río volvió a ser como antes. Pero los brujos en época de frio visitan al
gran Espíritu y con sus relatos lo vuelven a entretener. La sequía regresa
todos los años y es larga, causa estragos, por eso hay que suplicarle que
derrame sus aguas benditas, Él siempre escucha y llora por nosotros”.
Algunas veces había escuchado sobre todo a los
ancianos del Pueblito, que el río tenía que ver con el llanto de Dios. Otras
veces me dijeron que era el canto de los brujos, también muchas veces escuché
que el río era “Padre Sagrado”, por eso cuando oí el relato de Doña Cruz, relacioné
los fragmentos moribundos de un mito amenazado por la invasión cultural. La
fuerza de los mitos está en la sobrevivencia de sus creyentes. El trabajo de
los recopiladores contemporáneos y de la tarea formadora, socializadora de los
transmisores, tiene especial sentido cuando se orientan a preservar la memoria
colectiva ancestral.
El mito es como una tela de araña, ésta puede
ser desarmada por los vientos, pero sus hilos se reconstituyen con la sabia
experiencia de su tejedora. El mundo actual y pluricultural, está lastimado por
una hegemonía globalizadora. Aunque restituir las telas de araña son un desafío
de nosotros, los comechingones.
Los padres ancestrales del Suquía son el Yuspe
y la Punilla, Uno desciende desde Los Gigantes y el otra por las sierras altas,
sus hijos mayores, el San Antonio y el Cosquìn fortalecen al preferido de la
familia, al Suquía, que al entrar a la ciudad de Córdoba, lo espera el Arroyo
Inchi Saldan. El Cacique Ichin Saldan le trae noticias de las sierras chicas.
Cuando los exploradores españoles, conocieron al Suquía antes tuvieron que
encontrarse con Saldàn, que les ofreció resistencia. Recuerda L. Parodi en su recopilación de mitos, que
“los comechingones sitiados por los españoles, se defendieron bajo la
protección de Saldan, el Inchi Nahuan, pidió al Tacu (algarrobo) que los
ayudara con alimentos. El árbol, comenzó a sacudir sus ramas, y cayeron sus
vainas, sus frutos, que fortalecieron a los originarios y se prepararon para
una larga resistencia”.
Pero el segundo encuentro del Suquía por su
paso hacia el mar de Ansenuza (Mar Chiquita) era relatado por Don Ramón Aguilar
Curaca del Pueblo de La Toma: “Cuando el río cruza por Villa Warcalde y hasta
Alberdi, hay cavernas, algunas superficiales y otras túneles, casi todas son
salamancas, cuando era niño, con mi papá pasamos por una que está a unos cien metros
al oeste del Puente Turín. Y vimos que ingresaba un muchacho apodado Menache.
Le preguntamos que hacía allí, y nos respondió -voy a aprender a tocar el
violín-. En la salamanca contaba Menache, hay que sentarse en un sillón donde
hay víboras y el diablo te enseña a cambio pide el alma. Menache se transformó
en un eximio violinista y con el tiempo, murió seco. Claro, le vendió el alma
al diablo”.
Cerca de las salamancas desemboca un célebre
arroyo llamado el Infiernillo, es el lugar en el cual se escuchan cantos y
música. Es el lugar donde los brujos entretienen al Gran Espíritu. El
Infiernillo, es un arroyo corto, apenas si llega a dos kilómetros, pero tiene
particularidades por las que el saber popular lo llamó infiernillo: su agua es
salada y no tiene afluentes, aflora desde lo subterráneo, muy cerca del Tropezón
y desemboca en el Suquía, cerca del Puente Turín y al lado de Villa La Favela,
y aunque la gente del lugar trabaja con la basura y el cartón, no son la mayor
amenaza del arroyo. El arroyo tiene un enemigo feroz, el desarrollismo inmobiliario
que construye edificios torres que pueden alterar el curso de agua o
destruirlo. Pero mientras tanto, las aguas saladas y la flora salvaje y nativa
llegan hasta el Suquía. Los brujos le dicen al Suquía que ella, su novia lo está
esperando. El Infiernillo queda atrás.
Ella sale a su encuentro. La llaman La Cañada.
Así la llamaron los españoles en su idioma recordando las numerosas cañadas en
España. No valoraron el nombre autóctono; se perdió para siempre. La longitud
de este arroyo no llega a los 30 kilómetros. Nace cerca de Malagueño, en un lugar
llamado la Lagunilla cuyo nombre indígena es Cochinta y se nutre de los
afluentes de las sierras chicas y de las laderas de los montes cercanos. La
Cañada es hija natural de Cochinta , y es un arroyo tranquilo, que como el
Infiernillo nunca deja de traer agua. La Cañada en los 449 años de la fundación
de Córdoba ha tenido una decena de crecidas desbordantes, cuyas aguas llegaron
a la Plaza San Martín, ocasionando en todos los casos muerte y destrucción. El
arroyo protestó hasta que la ciudad decidió embellecerla transformándola en un
símbolo arquitectónico urbano. Azor Grimaut, quién se inspiraba en las
tradiciones orales cuenta que el río informado de la belleza del arroyo, corrió
veloz y cuando la vio engalanada de tipas, y con su vestido blanquecino, se
fusionaron apasionadamente en un abrazo aquellos amantes ancestrales. Los
enamorados nunca se separaron hasta llegar al mar de Ansenuza. En La Cañada,
llora y se aparece sorpresivamente una persona, unos dice que se trata de una
viuda cuyo marido fue fusilado en el calicanto, también dice que es un alma en
pena y la llaman la Pelada, algunos sostienen que es una calavera, y otros que
se trata de una hermosa mujer sin cabellera…esta última es La Cañada, suspira
de amor por su esposo el Suquía.
EL COMUNERO