28.11.22

EL HOMBRE DEL SUQUÍA


Siglo XII antes de Cristo
: La dinastía Ramsés Gobierna Egipto, la dinastía Zhou rige  China, surge Grecia,  falta todavía 90 años para que reine David en Israel y 350 años para la fundación de Roma; también falta 1100 años para el nacimiento de Jesús.                                                                    

En México surgen las culturas zapoteca y olmeca que influirán sobre las civilizaciones  Maya y azteca. Es el siglo en el cual la cultura Chavín en Perú y Tiahuanaco en el altiplano boliviano se transforman en una “usina” generadora de elementos culturales que dos mil años después legaran el Tahuantinsuyo incaico.                                                                                                         

Siglo XII antes de Cristo: el río Suquía corre majestuoso en Quisquisacate, que dentro de 2.673 años se llamará Córdoba. En sus riberas no existen ciudades y ningún dique o embalse artificial detienen sus aguas. Sus numerosos afluentes procedentes de las sierras pampeanas[1], confluyen en él que tiene un recorrido de 200 kilómetros hasta desembocar en el mar de Ansenuza. El Suquía en esta época tiene un cauce de 300 metros, según lo demuestran no solo testimonios orales sino elementos arqueológicos como morteros de piedra y humedales eliminados por la moderna urbanización. En aquel tiempo una flora y fauna silvestre y abundante conformaban un paisaje distinto al que estamos acostumbrados a ver.                                                                                                     

Siglo XII antes de Cristo: “El hombre del Suquía”[2], es decir así denominamos a este ser humano que vivió en nuestro espacio y fallecido hace tres milenios, fue enterrado por su familia en la vera del Suquía. Estos huesos, cuyas fotografías acompañan  este relato, serán nuevamente enterrados en el Antigal del Pueblo de La Toma[3]. En una asamblea de la comunidad en la que participamos muchos comuneros del Pueblito decidimos por unanimidad enterrar todos los restos óseos humanos encontrados en nuestro territorio. La devolución de los ancestros a la madre tierra, cerca del padre río es una decisión tomada pero no se acordó el tiempo y con qué rituales ancestrales, ya que hace 3.100 años en el actual territorio de Córdoba, ya existía una espiritualidad colectiva y se practicaba enterrar a los muertos.

“El hombre del Suquía” fue entregado por un comunero del Pueblito al Instituto de Culturas aborígenes, quién envió muestras al laboratorio antropológico de la Universidad Nacional de La Plata por intermedio de arqueólogos cordobeses[4]. La respuesta recibida meses después sorprendió nuestras expectativas cuando nos informaron que la datación de dichos restos humanos es de 3.100 años a la fecha.

Esta persona era de género masculino y medía 1.75, o sea alto para el común de la gente que habitaron en ese tiempo y en este lugar. Será tarea de los profesionales en estas ciencias investigar acerca de su alimentación y de su identidad histórica y otros datos acorde a los elementos culturales que este hombre vivió.

Un detalle importante: este hombre no estaba solo, junto a él encontraron los restos óseos de un niño cuyo género y edad desconocemos. Solo tenemos la certeza de que esta segunda persona falleció en la niñez, posiblemente un párvulo: ¿El niño o la niña del Suquía? [5]. La criatura no pudo crecer en su hábitat y hacerse adulto. Vaya a saber si el papá y su hijo murieron por enfermedad, por accidente o de manera violenta.

El hecho de que estaban enterrados juntos nos hace suponer que se trata de un papá con su  hijo/a, es decir gente que hace 3.100 años vivían en familia en este espacio y eso lleva a la conclusión que el lugar estuvo habitado por comunidades.[6]

Según investigadores[7] del CONICET y de la UNC desde el 2000 ac hasta el 500 ac, el clima en esta región cambió positivamente dando lugar al surgimiento del bosque serrano. Pensamos que “el hombre del Suquía” vivió en un ambiente de frondosos árboles nativos con flora y fauna variada. Siguiendo la misma investigación y deduciendo la confluencia del clima, del agua y de la tierra nos inclinamos a pensar que este hombre fue uno de los primeros agricultores del Suquía, uno de los iniciadores de la domesticación de plantas y animales por este lado del planeta.

Faltaban más de 2.500 años para que las familias originarias del actual barrio Alberdi y otros aledaños comenzaran a llamarse Pueblo de La Toma, aunque esta familia del siglo XII ac pasó su vida en este territorio y aquí dejaron sus huesos para protección del Pueblito.

Lo curioso es que el Antigal del Pueblo de la Toma, tiene un proceso histórico remoto que lo ha preservado como territorio sagrado ya que hasta el año 1959 existía en el lugar una pirca que los vecinos llamaban “pirca de los indios” porque hasta los màs ancianos de comienzos del siglo pasado ignoraban su origen y funcionalidad. Cuando el vecindario trató con el Estado un acuerdo por el que el gobierno instalaba el servicio de agua corriente si los vecinos cavaban la zanja, estos últimos se encontraron que al cavar “había huesos humanos enterrados  con una tela que parecían bolsas de arpillera y tenían sal”. En aquella oportunidad, por temor a que se detuviese la obra, decidieron no denunciar “porque no se trataba de cadáveres recientes sino de gente que vivió en otros tiempos”, entonces reunieron todos los huesos “los pusimos en una bolsa y los llevamos al río, rezamos y los enterramos allí.” La Cacica del Pueblo de La Toma Teresita Villafañe, fallecida recientemente, recordaba aquel hecho y sostenía que fueron enterrados por donde pasa la costanera”

Nos alarmamos que “la historia oficial” haya insistido en el despoblamiento del territorio del Pueblo de La Toma cuando el sentido común indica que cuando hay agua, flora y fauna en un lugar para nada aislado: hubo y hay presencia humana originaria.

Cuando Jerónimo Luis de Cabrera y Lorenzo Suárez de Figueroa, después de una exploración analítica “descubrieron” que el lugar era apto y óptimo para habitar, ya el “hombre del Suquía” había experimentado el gozo de vivir aquí. Si Córdoba acepta su raíz originaria y se siente orgullosa de ella, entonces puede decirse que este hombre es “el primer cordobés.”                                                                                                                       

EL COMUNERO                                                                                                     



[1] Ríos y arroyos de Los Gigantes y de Punilla

[2] Nombre puesto por comuneros del Pueblo de La Toma

[3] Antigal: lugar de los antiguos donde se encuentran restos óseos humanos ancestrales y elementos culturales remotos

[4] Mirta Bonin y Andrés Laguens

[5] No denominamos a esta persona, ya que desconocemos su género.

[6] La persona es social por excelencia.

[7] Equipo coordinados por Berberian E. 2011 Los Pueblos Indígenas de Córdoba. Ed del Copista pp50-56