19.12.22

LA COMUNERA: DAMA PROHIBIDA

Domingo de Ramos del 2012, el cura de San Jerónimo, se dirige a una multitud de vecinos de Alberdi, Villa Páez, Marechal, Siburu y Alto Alberdi, reunidos en la Plaza, hoy llamada Parque Pueblo de La Toma, y les informa que el 7 de Octubre de 1909 la Iglesia cordobesa[1], había hecho lugar a un pedido del gobierno provincial[2] de prohibir la procesión de Ntra. Sra. Del Rosario que los originarios del Pueblito realizaban desde los ranchos ubicados detrás del Cementerio hasta lo que hoy es el Palacio Municipal, en el que se encontraban con otra manifestación de afro descendientes venidos del abrojal[3]. Los comuneros de La Toma recuerdan que sus abuelos contaban que la fiesta en el Paseo Sobremonte, terminaba con algunos desencuentros violentos[4].

En 1909, hay un documento, en el cual el Cura Abdón Chacón le pide al Obispo Zenón Bustos y Ferreyra, que no prohíba la procesión porque es “antiquísima”, o sea si hace mas de un siglo se consideraba a aquella actividad religiosa del Pueblito como antiquísima, hoy puede hablarse de ancestral. La carta de aquel cura al Obispo le informa que llegado el 7 de Octubre traían una imagen de la Virgen a la Iglesia, en la que participaban en la misa de las 10, luego llevaban en andas a dicha escultura hasta los ranchos, y a las 16 horas partían en procesión presididas por el Cacique don Belisario Villafañe, desde la vivienda de don Bartolo Ontiveros[5]. Sin acompañamiento de curas, la comunidad del Pueblo de La Toma marchaba festivamente con instrumentos musicales fabricados artesanalmente[6], transitaban por los senderos del Suquía hasta La Cañada y por la ribera oeste del arroyo caminaban hacia el Paseo del Marqués de Sobremonte donde los esperan los del abrojal. Entonces comenzaban a compartir comidas, bebidas, música y baile. Cerca del centro, no escapaban a las miradas escandalizadas de la “piadosa” y peligrosa elite urbana, que desde décadas atrás solicitaban la prohibición de este acto de barbarie, màs aún cuando faltaban pocos meses para celebrar el centenario de la Patria. En 1910, la procesión se prohíbe; Argentina y Córdoba sienten que a 100 años de la libertad del país, solo “hay lugar para el progreso y la civilización”. Ese año, el territorio por decisión municipal deja de llamarse Pueblo de La Toma, para denominarse Pueblo Alberdi.

Los aborígenes del Pueblo de La Toma, “refugian” a la Virgen en sus ranchos, sintiendo en carne propia la vieja experiencia de ser censurado en su espiritualidad. Habían re significado en esa devoción sus espiritualidades ancestrales y la honraban con la misma fuerza que a la tierra, al sol, al Suquía y a los “antiguos”. Nuevamente son despojados de su libertad de expresión, pero la comunidad está dispuesta a resistir: esconden la imagen y cada año, cuando la prolongada sequía cordobesa se hace sentir,  pasean la imagen en silencio por la ribera sur del Suquía clamando por la lluvia…y llueve.

Ahora, en 2012, el cura de San Jerónimo, presentaba ante una multitud, una imagen de Ntra. Sra. del Rosario, que le había entregado una vecina nonagenaria, llamada Esbelia Rodríguez y conocida en el barrio como doña Cachito. La imagen “nos acompañó siempre” decía la anciana, e informaba que su abuela se la entregó  repitiendo el gesto que había realizado su tatarabuela[7]. Fue emocionante cuando algunos comuneros del Pueblito que acercaron la imagen, se trataba de una pequeña escultura de 40 cm de altura, con cabellera natural, y una corona entretejida de manera extraña, llevando un niño en uno de sus brazos y un bastón en el otro; la acercaron mientras que un grupo de originarios vestidos con lona de arpillera llamados “Los Negritos”,  los acompañaban tocando un gigantesco tambor música de tiempos idos. La gente la recibió con estruendoso aplauso. Este comunero se conmovió cuando vio que muchos hombres y mujeres, ya mayores, lloraban, como si la imagen los uniera con relatos de la niñez contados por sus abuelos.

La comunidad sostenía por tradición oral que la imagen tenía unos doscientos cincuenta años. Entonces los comuneros la llevamos ante peritos de la provincia quienes después de estudiarla, concluyeron que el rostro y las manos de la Virgen como el niño, tienen procedencia en 1750 poco màs o pocos menos. Llamó la atención de los peritos el entretejido de la corona, manifestando que era interesante para obtener datos históricos acerca de la manera de tejer en aquellos años. La oralidad coincidía con la ciencia.

En 2013, indígenas celebraron el rito del chuschar, le cortaron un mechoncito de cabellos a la imagen y lo ofrecieron a la tierra, fue allí que se le llamó LA COMUNERA en alusión al nombre con que se designa a los miembros de la comunidad y que hace alusión a las tierras comunales. Un orfebre mapuche le hizo una corona de plata y un joven Nawuan camichingón le tejió una ruana[8]; La Curaca del Pueblo de La Toma Teresita Villafañe, artesana de palmas, le hizo con este vegetal el nuevo bastón. Un indígena andino[9], le hizo una canción con ritmo cordobés. Doña Cachito falleció dos años después del gesto de entronizar la imagen de LA COMUNERA en la Iglesia del cementerio. Puedes escuchar su canción:

 EL COMUNERO



[1] Archivo del Arzobispado de Córdoba. Legajo Parroquia San Jerónimo 1909

[2] La prohibición fue hecha por el Obispo Bustos y Ferreyra, a pedido de los gobiernos liberales de Casas, Garzón y Càrcano.

[3] Barrio Güemes y Observatorio. Allí compartían el lugar afros y aborígenes empobrecidos.

[4] Aldo Villafañe, miembro de la comunidad del Pueblo de La Toma, recuerda que su padre Julio Cleto Villafañe, le contaba que concluida la procesión, comenzaba la música y el baile, y que al final, algunos alcoholizados peleaban a cuchillazos.

[5] Don Bartolo Ontiveros fue abuelo por línea materna del Curaca don Ramón Aguilar

[6] En la comunidad de La Toma, se trabajaba en luterìa.

[7] Doña Cachito contaba que sus mayores recordaban que hacia 1850 una joven del Pueblito fue raptada por otra comunidad cuyo cacique no querìa devolverla y que le hicieron una novena a la Virgen y alconcluirla, la chica fue devuelta sana y salva. Era un milagro que le reconocían.

[8] Gustavo Acosta, mapuche y Erick Rojas tejedor y nawan (cacique)

[9] Carlos Sibila